Apéndice IV: Obras de teólogos y autores espirituales, que se deben considerar como posibles fuentes en los escritos sacerdotales de san Juan de Ávila
A continuación presentamos un elenco bibliográfico de las obras que, en nuestras investigaciones, nos han aparecido como posibles fuentes para el pensamiento sacerdotal de san Juan de Ávila. Aclaremos que, al decir «posibles», abarcamos un abanico muy amplio de grados de certeza, desde aquellas que podemos probar firmemente que en efecto fueron empleadas por nuestro santo, hasta aquellas de las cuales solamente tenemos indicios para conjeturar que lo fueran. En cada caso, procuramos indicar las razones por las que incluimos la obra en nuestra lista, y de ese modo mostramos cuán segura es esa fuente.
Clasificaremos las entradas atendiendo a criterios de época de composición y tipo de obra. Téngase en cuenta que las referencias bibliográficas que indicamos son siempre de obras contemporáneas a san Juan de Ávila, que él pudo manejar. Por tanto, en el caso de obras medievales, pueden ser ediciones muy posteriores a la fecha de composición de la obra.
No nos parece que este sea el lugar para ofrecer biografías detalladas de todos los autores que mencionamos. Nos limitaremos a señalar el nombre, la fecha de nacimiento y, acaso, algún dato identificativo de cada autor. Remitimos a las obras de consulta para profundizar en el conocimiento de cada uno de ellos
[1].
Obras de autores anteriores a 1500
Empezamos por las obras que fueron escritas antes del nacimiento de nuestro santo, redondeando la fecha al comienzo de siglo para simplificar.
Teólogos escolásticos
Incluimos en este epígrafe todas las obras de los teólogos que suelen conocerse más por sus obras escolásticas, aunque alguna obra suya de las que cita san Juan de Ávila, tomada en sí misma, podría caer bajo otra de las categorías que estamos empleando
[2]. Lo hacemos para poder agruparlas todas bajo un solo epígrafe según el nombre del autor.
Santo Tomás de Aquino († 1274)
Estamos aquí ante una de las excepciones a esa tónica general de san Juan de Ávila, que no suele mencionar a los teólogos escolásticos cuando emplea sus pensamientos. En el caso del Aquinate, en cambio, son abundantes las citas explícitas
[3], y en un caso particular le cita como «un santo doctor»
[4]. Al mismo tiempo, encontramos también citas implícitas, en las que expone su doctrina pero sin nombrarlo
[5]. Son de esta clase las que aparecen en el Tratado
[6]. Además de las citas, también encontramos algún lugar en el que menciona una obra suya a manera de recomendación
[7].
Las obras citadas o recomendadas que hemos encontrado son las siguientes:
*
In IV Sententiarum y
Summa Theologiae: En los lugares mencionados, encontramos tanto citas explícitas en las que nuestro santo hace referencia a las grandes obras doctrinales del Angélico, como lugares en los que se puede observar que su enseñanza subyace en el pensamiento del Maestro Ávila. El tomismo estuvo tan presente en la formación y el ministerio de nuestro santo, que debemos asumir que manejó las obras de santo Tomás (sobre todo la Summa) con asiduidad. Debieron ser muchas las ediciones que empleara a lo largo de su vida, y no parece posible tratar de identificar una en concreto como su fuente principal, ni tampoco pensamos que merezca la pena
[8].
Catena aurea: Esta es una de las principales compilaciones medievales de exégesis patrísticas. Como tal, debe ser muy tenida en cuenta a la hora de buscar fuentes para las citas de los Padres en los escritos que nos ocupan. De hecho hemos encontrado varias citas patrísticas que se asemejan a las que aparecen en la
Catena, tanto en el Tratado como en otros lugares
[9]. Pero hay que ser prudentes a la hora de citar la
Catena como posible fuente, principalmente por dos puntos:
- En primer lugar, porque se sigue probando que san Juan de Ávila no se limitaba a las compilaciones, sino que leía directamente a los Padres. En efecto, cuando analizamos estas coincidencias, en muchos casos se observa que la cita de nuestro santo no se explica solamente con la Catena, sino que va más allá[10].
- En segundo lugar, porque muchos de los teólogos y exegetas que leía san Juan de Ávila también usan la Catena como fuente, y por tanto puede ser que en determinados casos la fuente sea más bien uno de esos otros autores[11].
Hemos citado según una edición incunable que se encontraba en la biblioteca de San Ildefonso
[12].
*
Opúsculo 65,
De officio sacerdotis:
Esta obra la recomienda san Juan de Ávila para una materia específicamente sacerdotal, concretamente las obligaciones del sacerdote para con sus prójimos. Hemos encontrado una edición en la que el opúsculo viene titulado y numerado exactamente como lo cita san Juan de Ávila, aunque es de 1562, cerca del final de su vida
[13]. Suponemos que la que él empleó debía ser otra similar, pero más temprana.
San Buenaventura De Bagnoregio († 1274)
Dirijamos nuestra atención a san Buenaventura, el insigne doctor franciscano. Hallamos alguna cita expresa del Seráfico en los escritos sacerdotales de san Juan de Ávila
[14]. También encontramos recomendados varios opúsculos suyos, en una carta sobre lugares aptos para instruir a sacerdotes
[15]. Las obras aludidas son:
* In IV Sententiarum[16], sobre las disposiciones para comulgar.
- Opúsculos 10, 12 y 16[17]. Los dos primeros son instrucciones para novicios sobre la disciplina, la vida espiritual y la virtud, y el tercero versa sobre la preparación a la Misa.
Gabriel Biel († 1495)
Ya decíamos en nuestro recorrido biográfico
[18] que este afamado profesor de Tubinga, conocido comúnmente como «el último de los escolásticos», tuvo un gran peso en la formación de san Juan de Ávila. En cierto lugar, preguntado acerca de teólogos que recomienda, aconseja su lectura porque «es fácil»
[19].
La obra más conocida de este autor es su Comentario a los libros de las Sentencias. Pero nos encontramos con un inconveniente a la hora de buscar influencias de esta obra en los escritos sacerdotales de san Juan de Ávila: el comentario se interrumpe en el libro IV, distinción 23 de las Sentencias
[20], y es precisamente en la distinción 24 de ese cuarto y último libro cuando Lombardo empieza a tratar el sacramento del Orden y el sacerdocio (de hecho, dedica al tema las distinciones 24 y 25). Por tanto, resulta que la parte que debería proporcionarnos, de manera más directa, materia para nuestro estudio, no está en el comentario de Biel.
Sin embargo, la extrañeza y decepción cesan cuando nos damos cuenta de que el teólogo alemán tiene una obra dedicada expresamente a tratar estos temas. Se trata de su Exposición sobre el canon de la Misa
[21], en el que expone de manera muy detallada y prolija diferentes disquisiciones sobre la celebración de la Eucaristía y el sacramento del Orden
[22]. El libro se hizo muy popular, y lo encontramos en la biblioteca de San Ildefonso y en la de Pedro Guerrero
[23].
Ahora bien, tenemos que preguntarnos: ¿utilizó san Juan de Ávila esta obra? La respuesta es una rotunda y firme afirmación. Encontramos en el Tratado una cita literal, bastante larga, que con total seguridad proviene de este escrito. Se trata de una cita doble, de sendos textos atribuidos a san Gregorio y san Bernardo
[24]. Tanto Abad
[25] como Sala Balust
[26] manifiestan su desconcierto ante estos textos, que no son capaces de hallar en las obras de ninguno de los dos mencionados doctores. Aducen una cita de una obra posterior a san Juan de Ávila, en la que ambos textos aparecen seguidos y atribuidos a san Agustín.
Pues bien, nuestras investigaciones nos han mostrado cómo estos textos aparecen, con palabras similares y no siempre seguidos, en diferentes obras medievales
[27], atribuidos siempre a Agustín o Bernardo. Nunca aparece la atribución a Gregorio, salvo en un lugar: en la obra de Biel
[28]. En ella aparecen los dos textos tal cual los presenta san Juan de Ávila en el Tratado, seguidos como él los pone, con las mismas palabras y la misma longitud. Acaso observamos las mismas diferencias menores, que venimos notando en todas las citas del Tratado
[29]. Por tanto, debemos concluir que estos dos misteriosos textos provienen del «Canon de Gabriel», como se conocía comúnmente a esta obra de Biel.
No obstante, hay que tener en cuenta que la mayoría de la obra consiste en disquisiciones escolásticas sobre los sacramentos del Orden y de la Eucaristía, y que en ese sentido no puede considerarse tanto una influencia para el Tratado de san Juan de Ávila. Pero tiene partes que sí se asemejan al Tratado en cuanto a su forma y objetivo. Sobre todo, la lección 4ª, en la que se encuentra la cita a la que hemos hecho referencia
[30].
Juan Duns Escoto († 1308)
En la Plática 5ª, encontramos también mencionado un par de veces al franciscano Duns Escoto
[31]. En uno de los lugares, la plática lo presenta junto con santo Tomás y los «Nominales», exponiendo las respectivas opiniones sobre un mismo tema. Vemos aquí un ejemplo de explicación teológica según las tres vías, tal y como lo había aprendido san Juan de Ávila en Alcalá.
Gregorio de Rímini († 1358)
Entre los libros que se nos han conservado de la biblioteca personal de san Juan de Ávila, se encuentra el Comentario a las Sentencias de Gregorio de Rímini
[32]. Por tanto, de este libro sabemos con seguridad que el Maestro lo conoció y lo manejó.
Thomas Netter (Waldensis) († 1430)
También entre los libros que se nos han conservado de la biblioteca personal del Apóstol de Andalucía, encontramos tres volúmenes de distintas ediciones de la obra Sobre los sacramentos y las Doctrinas de la Iglesia católica, del carmelita inglés Thomas Netter
[33].
Autores espirituales
Nos ocupamos ahora de obras espirituales de la Edad Media y el primer Renacimiento.
Tomás de Kempis († 1471)
Incluimos bajo este epígrafe, en primer lugar, la
Imitación de Cristo, atribuida hoy comúnmente a Tomás de Kempis, y que es la obra más conocida de la corriente espiritual llamada
Devotio Moderna. En tiempos de san Juan de Ávila, se conocía a este libro más bien como
Contemptus mundi, y se hizo muy popular en su traducción al romance
[34]. San Juan de Ávila lo recomienda en varias de sus cartas
[35]. En una de las ocasiones, especifica a un sacerdote el libro 4º, como lectura para prepararse devotamente a la celebración eucarística.
Precisamente son dos citas de ese libro 4º las que hemos anotado en nuestra edición del Tratado. Una de ellas trata la dignidad sacerdotal, y su superioridad sobre la angélica
[36]. La otra habla sobre el oficio de mediador del sacerdote, y su deber de orar y ofrecer el sacrificio eucarístico por los pecados propios y ajenos
[37]. En realidad, estas ideas no se hallan sólo en estas dos citas aisladas, sino que la corriente de la
Devotio Moderna en su conjunto destaca mucho el papel de mediador del sacerdote, con su oración y con la celebración de la Misa. Esto, unido a una estima muy grande de la dignidad sacerdotal
[38]. Por tanto, estas dos ideas, que aparecen con frecuencia en los escritos de espiritualidad sacerdotal de san Juan de Ávila, están muy conectadas con la corriente de la
Devotio Moderna en general.
Recordemos al respecto que Gabriel Biel, del que ya hemos hablado como una influencia importante para san Juan de Ávila, fue nada menos que superior de los Hermanos de la vida común, cuna de la Devotio Moderna. A lo largo de este apéndice nos seguirán apareciendo diferentes autores que, de una u otra manera, tuvieron relación con esta pujante corriente espiritual del bajo medievo centroeuropeo.
Ludolfo de Sajonia († 1377)
Ludolfo de Sajonia, apodado «el Cartujano», se hizo conocido en la época de san Juan de Ávila sobre todo por su
Vita Christi[39], obra de estilo orante que había influido también mucho en la
Devotio Moderna. Se hizo una traducción al romance
[40] que alcanzó gran difusión en nuestro suelo patrio.
Nuestro santo la recomienda a un sacerdote en una de sus cartas
[41]. En el Tratado no lo cita expresamente, pero nos encontramos con una cita bíblica que difiere de todas las ediciones de la Vulgata, y en cambio coincide con el texto latino de la
Vita Christi[42].
Henrique Herp († 1477)
Otro autor que formó parte de los Hermanos de la vida común (y por tanto de la
Devotio Moderna) fue Enrique Herp. Posteriormente profesó como franciscano, y sería un gran divulgador de la mística renano-flamenca. San Juan de Ávila recomienda una obra suya, que nombra «
De duodecim mortificationibus»[43]. Se trata de la primera parte de la más conocida obra de Herp[44], el Directorium contemplativorum
[45] (como se solía titular en latín) o Espejo de perfección
[46] (como se tituló la traducción española, más conforme al título original en alemán). Esta obra tuvo gran influencia en el ambiente de los místicos españoles del Recogimiento
[47].
San Vicente Ferrer († 1419)
También entre las recomendaciones de san Juan de Ávila encontramos una cita del santo valenciano de la Orden de Predicadores, san Vicente Ferrer. Se trata del
Tractatus vitae spiritualis, y lo cita como «san Vicente»
[48]. La obra en cuestión se encontraba encuadernada en el mismo volumen de las
Meditationes Augustini et Bernardi del que hablábamos en el apéndice dedicado a las obras patrísticas, y que se encontraba en la biblioteca de San Ildefonso
[49]. El hecho de que se editen las obras de san Vicente Ferrer junto con las de estos Santos Padres, es un buen ejemplo de cómo por entonces esa distinción entre el concepto de santo y el de Padre de la Iglesia no estaba tan definida como lo está hoy.
Guillermo Paraldo († 1270)
Hay un lugar en el que san Juan de Ávila recomienda a un discípulo «la
Summa de vitiis et virtutibus de Guillermo Parisién»
[50]. En ese lugar, Sala Balust interpreta que habla de Guillermo de Auvernia, obispo de París
[51]. Pero nosotros creemos más bien que hay que entender que se refiere a Guilielmus Paraldus, al que también encontramos (aunque con menos frecuencia) referido por ese sobrenombre
[52], tal vez por ser París la ciudad en la que estudió y en la que profesó como dominico.
Su obra
Summa de vitiis et virtutibus conoció numerosas ediciones. Vemos dos entradas en el inventario de la biblioteca de San Ildefonso
[53], que muy bien pueden corresponderse con los dos ejemplares que se conservan hoy en la BHUCM
[54].
Ubertino de Casale († 1330)
El Maestro recomienda también la obra más importante del místico franciscano Ubertino de Casale, el
Arbor vitae crucifixae[55]. Se refiere a él como «su libro», dando a entender que era la única obra conocida y difundida del autor. Con respecto a la edición que manejó, en este caso no nos cabe duda, porque sólo se hizo una en Venecia 1485. Se conservan bastantes ejemplares en bibliotecas españolas[56].
Recomienda concretamente la parte en la que relata la Cena del Señor
[57], que comienza en el capítulo 4º del libro 4º (los folios están sin numerar).
Vidas de santos
En este apartado, presentamos solamente una obra, pero que tuvo una enorme importancia en su tiempo y en épocas posteriores
Jacobo de la Vorágine († 1298)
El dominico Jacobo de la Vorágine escribió la más conocida compilación de biografías y leyendas piadosas de los santos, que tendría una enorme influencia en la iconografía y la piedad popular: la Legenda aurea. A lo largo de la historia, conoció diferentes traducciones, ampliaciones y refundiciones, o simplemente obras de índole similar que tenían muchos elementos en común. A todas estas se les fueron dando diferentes nombres, como Legenda sanctorum o Flos sanctorum. Este último título era el que solían llevar las versiones castellanas que empezaron a hacerse a finales del s. XV.
San Juan de Ávila no la recomienda expresamente en sus escritos de teología y espiritualidad sacerdotal. Pero debemos tener presente que, en las numerosas ocasiones en las que apela al ejemplo y el testimonio de los santos, los dichos y las anécdotas recogidos en estas obras debían, por fuerza, tener un peso importante en su mente. En el Tratado, hemos señalado dos lugares
[58] en los que hace referencia a alguna de estas historias sobre los santos, que él debió conocer por medio de alguna edición la
Legenda aurea o el
Flos Sanctorum.
Resulta una tarea imposible el señalar una de las numerosísimas ediciones que se hicieron, como la que manejase exclusivamente san Juan de Ávila. En el inventario de la biblioteca de San Ildefonso vemos un «
Flos sanctorum en dos cuerpos», sin más especificación
[59]. Por nuestra parte, hemos decidido citarla según un trabajo reciente, que reconstruye uno de los incunables originales castellanos
[60].
Compilaciones
Pasamos ahora a tratar de las compilaciones de sentencias que tanto proliferaron en la Edad Media. Nos fijamos sobre todo en las más populares, que tuvieron más visos de influir en san Juan de Ávila. Tengamos en cuenta que una de ellas, la
Catena aurea de santo Tomás, ya la hemos estudiado más arriba
[61], junto con las otras obras del autor. Remitimos a ese lugar para completar el punto que ahora nos ocupa.
Tomás De Irlanda († 1329)
Tomás de Irlanda escribió la compilación de sentencias que tendría mayor difusión durante la Edad Media y los comienzos de la imprenta, el
Manipulus Florum[62]. En tiempos de san Juan de Ávila, se editaba bajo ese título, o también el de
Flores doctorum. Se trata de una vasta colección de dichos de autores de la época patrística y el medioevo, siendo algunos, incluso, de filósofos paganos. Están ordenados por materias y, dentro de ellas, agrupadas por autores e identificadas con referencias alfabéticas.
Aparecen ejemplares de la obra en la biblioteca de San Ildefonso, y también en la de Pedro Guerrero
[63]. En el Tratado, hemos encontrado varias coincidencias
[64], que deben tomarse con las mismas cautelas que señalábamos más arriba para la
Catena aurea: tener en cuenta que muchas veces las citas del Maestro no se explican sólo con el florilegio, sino que van más allá; y considerar la posibilidad de que la influencia no le haya llegado directamente, sino por medio de otro autor que haya leído a su vez el
Manipulus.
Ante la imposibilidad de determinar una edición, hemos decidido citar por un incunable, del que hay varias copias en bibliotecas españolas y está disponible digitalmente
[65]. Puesto que no tiene numeración de las páginas, citamos indicando las referencias internas de la obra.
Aegidius Aurifaber († 1466)
Existe otra compilación tardo-medieval importante, conocida como Speculum exemplorum, que se atribuye al cartujo neerlandés Aegidius Aurifaber[66]. Se trata de una enorme colección de ejemplos, tomados de obras patrísticas, compilaciones anteriores u otros libros diversos. Dispone de una completa tabla que las organiza por temas.
Aunque incluye varios de los ejemplos que encontramos en los escritos de san Juan de Ávila, debemos ser cautelosos a la hora de atribuir como fuente esta compilación. En efecto, muchas veces los ejemplos están tomados de obras que san Juan de Ávila recomienda leer directamente, y que por tanto él mismo también las había leído. Con todo, creemos que debe tenerse presente esta fuente, sobre todo teniendo en cuenta que el libro se encontraba en San Ildefonso[67], y que esta obra pudo también influir en otros autores que leyera nuestro santo o en alguno de sus maestros,.
El autor de la Glossa Ordinaria
No podemos dejar de mencionar en esta sección la gran compilación de comentarios escriturísticos, la Glosa Ordinaria, atribuida tradicionalmente a Walafrido Estrabón († siglo IX). San Juan de Ávila, siguiendo la tradición medieval, la cita con una autoridad equivalente a la de los Padres
[68], aunque no todas las sentencias recogidas en ella son patrísticas. La debió leer normalmente en las ediciones que acompañaban el texto bíblico latino con la Glosa y las Postillas de Lyra. De estas ediciones hemos hablado en el apéndice II.
Otras compilaciones
En las bibliotecas de San Ildefonso y de Pedro Guerrero, encontramos muchos otros títulos que se pueden englobar dentro del género de las compilaciones: Flores Bibliae, Flos Legum, Speculum morale totius Sacrae Scripturae, etc.. Creemos que sería demasiado tedioso revisarlas todas, y no nos parece que haya suficientes expectativas de encontrar fruto en dicho trabajo como para que lo hagan merecer la pena.
Obras específicas sobre el sacerdocio
Por último, presentamos una serie de obras escritas específicamente para sacerdotes, que tratan diferentes aspectos del sacerdocio. También aquí debemos señalar que hemos tratado alguna de ellas más arriba, con el fin de agruparlas bajo un mismo autor junto con sus obras escolásticas. Estas obras serían el opúsculo 65 de santo Tomás, los opúsculos 10, 12 y 16 de san Buenaventura, y la Exposición sobre el canon de la Misa de Gabriel Biel. Remitimos al primer epígrafe de esta sección, para completar con esas obras la exposición que ahora realizamos.
Juan Gerson († 1429)
El conocido como Doctor Christianissimus, canciller de la Universidad de París, Juan Gerson, escribió muchas obras de diferente índole. Pero, puesto que las principales de las que encontramos recomendadas o mencionadas en los escritos de teología y espiritualidad sacerdotal de san Juan de Ávila están dirigidas expresamente a sacerdotes, hemos decidido incluirle en esta sección.
Su espiritualidad es muy afín a la de la
Devotio Moderna, hasta el punto de que, en tiempos de san Juan de Ávila, se le consideraba comúnmente como el autor del
Contemptus mundi (La imitación de Cristo). Nótese, además, que es de los pocos autores que, sin ser santos canonizados, es citado como autoridad por el Maestro
[69].
En una de sus cartas, nuestro santo cita dos obras suyas precisando el volumen en que se encuentran, la numeración interna y el folio, lo que nos permite identificar la edición con bastante probabilidad
[70]. Estas dos obras serían un Tratado sobre la preparación a la Misa, y un Sermón sobre la última cena dirigido a eclesiásticos, que compara al mal clérigo con judas
[71]. Este último tema aparece desarrollado también en una sección del Tratado del sacerdocio de san Juan de Ávila.
En otra carta, dirigida a Pedro guerrero, recomienda y cita a Gersón acerca de la pedagogía con los niños, particularmente en el sacramento de la confesión
[72]. Las dos obras a las que hace referencia son los tratados
De arte audiendi confessiones y
De parvulis ad Christum trahendis. Ambas se encuentran en el mismo tomo II de las obras de Gersón, en el que también hallamos las otras dos mencionadas en el párrafo anterior
[73].
Por último, en la carta 236 el Maestro cita a Gersón, aunque sin especificar el lugar, acerca de un tema que no es específicamente sacerdotal (a saber, el combate contra las tentaciones). Los editores de la BAC han localizado como fuentes de las citas tres tratados que se encuentran en los otros volúmenes de las obras de Gersón
[74].
San Lorenzo Justiniano († 1456)
Encontramos también una obra de san Lorenzo Justiniano, que por entonces aún no había sido canonizado. Se trata del tratado
De regimine praelatorum, recomendado dos veces en la carta 233
[75].
Pedro De Blois († 1203)
En la misma carta, nuestro santo recomienda también los Sermones a los sacerdotes de «Petro Blesense, antiquísimo doctor»
[76].
Dionisio El Cartujano († 1471)
De entre la vastísima obra de Dionisio Ryckel, «el Cartujano», nuestro santo cita uno de sus opúsculos, Sobre el régimen y la vida de los que tienen cura de almas. Indica el tomo en el que se encuentra, y especifica determinadas partes de la obra
[77].
El autor del Stella Clericorum
Tratamos ahora de una serie de escritos medievales de tema sacerdotal que, aunque no los recomienda o cita expresamente san Juan de Ávila, tuvieron tal importancia y difusión que no podemos ignorarlos. Sin duda los debió conocer nuestro santo, y con toda seguridad influyeron mucho en varios de los autores que leyó.
El primero de ellos es la
Stella clericorum[78], el más difundido tratado medieval sobre la dignidad del sacerdocio y las exigencias morales que conlleva. Ya lo mencionábamos en nuestro recorrido histórico
[79]. Se trata de una obra anónima y relativamente breve, que además se nos ha transmitido en diferentes formas textuales
[80]. Para nuestras citas, empleamos una edición incunable que tiene visos de ser la que se encontraba en la biblioteca de San Ildefonso
[81].
En el Tratado del Sacerdocio, hemos encontrado más de una ocasión en que se pueden ver reflejos de esta obra
[82]. En muchos de esos casos, la similitud con la
Stella va acompañada de semejanzas del mismo pasaje con respecto a otras obras, que señalamos también en la misma nota. Eso puede deberse a veces al hecho de que la
Stella recoge muchos de los lugares comunes de la espiritualidad sacerdotal en la Edad Media. O también, otras veces, puede ser porque la obra alcanzó tal difusión que fue ella misma fuente para muchos otros escritos de espiritualidad sacerdotal.
Guido de Monte Rocherii († siglo XIV)
Apenas sabemos nada más acerca de Guido de Monte Rochen
[83] que el hecho de que escribió en Teruel, alrededor de 1333, el
Manipulus curatorum, otra de las obras sobre el sacerdocio que se difundió enormemente durante la Baja Edad Media
[84]. Se trata de un manual práctico para curas párrocos, en el que se tratan diversos temas pastorales, principalmente la administración de los sacramentos. El autor del libro hace gala de unos profundos conocimientos de Derecho Canónico. Esta obra se podía encontrar en cualquier sacristía casi hasta el Concilio de Trento
[85].
En la Biblioteca Histórica de la UCM se conserva una edición incunable impresa en Barcelona, que muy bien podría ser el ejemplar que se hallaba en la biblioteca de San Ildefonso
[86]. Pero se encuentra muy deteriorado y le faltan páginas, por lo que hemos decidido citar una edición algo posterior
[87].
Hemos encontrado al menos un lugar en el Tratado que muy probablemente dependa del
Manipulus curatorum[88]. El pensamiento que ahí expone san Juan de Ávila se corresponde a la perfección con la cita del
Manipulus que señalamos, y no lo hemos encontrado en ningún otro lugar.
San Juan de Capistrano († 1456)
Tenemos que ocuparnos también de una obra del predicador y vicario general de los Franciscanos, san Juan de Capistrano. Se trata de un sermón a sacerdotes, predicado en la catedral de Trento con ocasión de un sínodo en 1439, que sería editado con el título
Speculum clericorum[89].
Sin embargo, la primera edición data de 1580, y antes de esa fecha, los manuscritos en los que se conservaba eran bastante raros. De hecho, no hemos encontrado ninguna copia en bibliotecas españolas, y el título no aparece ni en el inventario de la biblioteca de San Ildefonso de Alcalá, ni en el de la del Colegio San Pedro y San Pablo de los franciscanos que se encontraba anejo a aquél
[90]. Por lo tanto, no parece muy probable que san Juan de Ávila llegara a leerlo.
Con todo, le puede haber alcanzado su influencia de manera indirecta. O también puede ser útil como testigo de algunos lugares comunes de la teología medieval sobre el sacerdocio, que le pudieran haber llegado a san Juan de Ávila por otra vía. Por ejemplo, el tópico de la comparación de la dignidad del sacerdote con la de la Virgen María, que creemos san Juan de Ávila toma de Clichtove
[91], se encuentra también en el sermón de Capistrano
[92]. Habría que verificar si el segundo es una posible fuente del primero.
Otras obras sobre el sacerdocio
De entre otras obras medievales sobre el sacerdocio que podríamos traer a colación, vamos a mencionar dos que nos parecen especialmente relevantes. Se trata de la Instructio sacerdotis y el tratado De dignitate sacerdotum. Solían ser atribuidas a san Bernardo y san Agustín, respectivamente, por lo que adquirieron bastante autoridad.
Encontramos en ellas muchas de las citas y lugares comunes que aparecen en otras obras que hemos mencionado, y parece difícil determinar cuál es la fuente primera. Hay un par de pasajes especialmente importantes, citados en el Tratado
[93], que se encuentran con leves variantes en las dos obras de este apartado, así como en otras de las que hemos hablado antes, y que indicamos en las correspondientes notas al pie.
=== Obras de contemporáneos de san Juan de Ávila ===
Nos centramos ahora en las obras de autores que murieron después de 1500, tomando en este sentido la expresión «contemporáneos de san Juan de Ávila».
Teólogos escolásticos
Comenzamos con los teólogos escolásticos. Adviértase que en este punto colocamos aquellos nombres cuyas obras no tratan específicamente sobre el sacerdocio o el ministerio sacerdotal, pues reservamos otro epígrafe para esa clase de obras.
Tomás de Vio «Cayetano» († 1534)
Empezaremos por los autores que caen bajo la categoría de «sumistas», según explicamos en otro lugar de este trabajo
[94]. El primero del que nos ocupamos es el insigne teólogo dominico Tomás de Vio «Cayetano», al que encontramos mencionado en unos cuantos lugares de las obras de teología y espiritualidad sacerdotal de san Juan de Ávila.
En la carta 225, recomienda a un sacerdote la «
Summula peccatorum», sobre casos de conciencia
[95]. También le cita un par de veces en la Plática 5ª, cuando expone las doctrinas de diferentes autores escolásticos
[96], también en referencia a cuestiones morales. La obra, en esta ocasión, es el Comentario a la Suma Teológica de santo Tomás, concretamente a la II-II
[97].
Domingo de Soto († 1560)
Hay una ocasión en la que san Juan de Ávila parece hacer referencia, en sus escritos de teología y espiritualidad sacerdotal, a su venerado maestro Domingo de Soto. Curiosamente, es para refutar su opinión acerca de determinada materia moral.
La cita se encuentra en la Plática 8ª
[98]. Fijémonos, además, que parece una lectura dudosa, pues en la primera publicación que se hizo de la plática, el editor Fernández Montaña leyó «sólo» en lugar de «Soto»
[99]. La cita que aporta Sala Balust para justificar su lectura, de entre las obras de Soto, es
De iustitia et iure l.10 c.4. a.3
[100].
Más allá de esta cita individual, es claro que el conjunto de las obras de Soto debe ser tenido en cuenta a la hora de buscar fuentes para el pensamiento sacerdotal de san Juan de Ávila, puesto que fue su maestro y referencia en los años cruciales de su formación sacerdotal.
Silvestre Prierias († 1523)
El teólogo dominico Silvestre Mazzolini (Prierias), además de su labor como controversista en disputa con Lutero y de otras importantes obras, escribió un compendio de teología práctica que alcanzaría un gran número de ediciones, conocido como la
Summa Summarum o
Sylvestrina[101]. Esta última es la que cita san Juan de Ávila, hablando de una cuestión sobre el Sacramento del Matrimonio
[102].
Francisco Titelmans († 1537)
El teólogo Francisco Titelmans (o Hasseltensis), de la Orden de los Frailes Menores, también aparece entre las recomendaciones de san Juan de Ávila. La obra que recomienda es un compendio de las verdades fundamentales de la fe, dirigido a laicos, la
Summa mysteriorum Christianae fidei. Es precisamente en una carta a un seglar que aparece la recomendación
[103]. Aparece junto con otras obras que fueron traducidas al romance. Precisamente por esto, y por dirigirse a un laico, creemos que se refiere a la edición traducida al romance que se publicó en Salamanca
[104].
Domino de Valtanás († 1560)
El dominico Domingo de Valtanás (o Baltanás) fue un personaje relevante del Colegio de Santo Tomás en Sevilla, durante el tiempo que nuestro santo pasó en esa ciudad. Entre ambos hubo un cierto grado de amistad, según atestiguan las fuentes históricas
[105]. Dentro de su magisterio, trata varios temas que fueron relevantes en la vida y el ministerio de san Juan de Ávila, como el trato hacia los judeoconversos, la valoración de la Compañía de Jesús, o la santidad en los diferentes estados de vida. También escribió tratados sobre diferentes materias escriturísticas, dogmáticas y morales
[106]. Por mantener la continuidad con el tema que venimos tratando, vamos a destacar su
Summa confessorum[107], que como su nombre indica tiene por fin el servir como un compendio para uso de los sacerdotes que dispensan el sacramento de la Penitencia. Conoció varias ediciones.
Juan Mair († 1550)
Terminado nuestro recorrido por los sumistas, pasemos a los teólogos que influyeron en san Juan de Ávila en aspectos de método teológico. El primero que mencionamos es el teólogo escocés Juan Mair (John Mayor). Hablábamos de él como el que acuñó la terminología para hablar de teología «positiva» y «escolástica», tal y como la emplea san Juan de Ávila
[108]. Dicha distinción aparece en el prólogo de su comentario al cuarto libro de las Sentencias, del cual precisamente se conserva una
editio princeps en la BHUCM, que puede ser el que aparece en el inventario de 1523
[109].
Melchor Cano († 1560)
Si bien el teólogo taranconense Melchor Cano, O.P., no aparece mencionado en los escritos de teología y espiritualidad sacerdotal de san Juan de Ávila, creemos que su obra
De locis theologicis[110] merece aparecer en esta lista. Entre otras razones, porque sí lo menciona en otros lugares
[111], además de por la influencia que tuvo en toda la teología de su tiempo, como ya hemos puesto de relieve en otros lugares de nuestro trabajo.
San Juan Fisher († 1535)
Empezamos ahora a tratar a los autores de obras destacadas de controversia que manejó nuestro santo. El primero es el obispo mártir de Rochester, san Juan Fisher. Se conserva un ejemplar de una obra suya que poseyó san Juan de Ávila en su biblioteca personal, el
De veritate Corporis et Sanguinis Christi in Eucharistia[112] que escribió para refutar las tesis de Ecolampadio.
Encontramos lo que puede ser un rastro de esta obra en el Tratado del sacerdocio de san Juan de Ávila. Se trata de una alusión al nombre de
bendición mística aplicado a la Eucaristía. Este término tiene su origen en san Cirilo de Alejandría, y Fisher se ocupa de él en este libro para refutar una interpretación torcida de Ecolampadio. Ya hemos hecho referencia antes a esta cuestión
[113]. Observemos que ese mismo texto también es traído a colación en otras dos obras de controversistas que el Maestro poseía en su biblioteca. De esos controversistas nos ocupamos a continuación.
Otras obras de controversistas
En efecto, ya decíamos que la mayoría de los libros que se conservan de la biblioteca personal de san Juan de Ávila, son obras de controversia. Tratan sobre todo las cuestiones candentes de eclesiología y sacramentos, que se discutían en aquel momento debido a los desafíos de los protestantes.
Hemos encontrado en el Tratado esa referencia que acabamos de mencionar, pero en general estos libros deben ser muy tenidos en cuenta como fuentes en los lugares en los que san Juan de Ávila actúa como apologeta, sobre todo en sus pláticas y sermones
[114].
Enumeramos a continuación las obras. Para conocer más sobre ellas, sus autores y su significado, se puede leer el excelente trabajo de Sánchez Herrador y Manchón Gómez
[115].
* De Estanislao Hosio, el tratado Confutatio prolegomenon Brentii[116].
- De Jacobo Latomo, una compilación de escritos diversos bajo el título Sacrae Theologiae Opera[117].
- Tres obras de Alberto Pigge:
- Las Controversiae[118],
- La Reivindicación de la jerarquía de la Iglesia[119],
- El De libero hominis arbitrio et divina gratia[120].
- En un mismo volumen se hallan las Tabulae grassantium haereseon de Wilhelmus Lindanus, y el opúsculo Sectae lutheranae trimembris epitome de Fridericus Staphylus[121].
- Del franciscano andaluz Antonio de Córdoba, el Tractatus qui arma fidei praenotatur[122].
Hay también otra serie de libros que, dentro de los temas que eran objeto de controversia, se centran en torno al sacramento de la Eucaristía. Además del título mencionado de san Juan Fisher, encontramos los siguientes:
* La Confutatio cavillationum [...] ab impiis Capharnaitis, de Esreban Gardiner[123].
- De Eucharistia sacrosanctissima ecclesiae Christi Iesu, de Georg Witzel[124].
- En otro volumen, nos encontramos dos tratados. El primero es De Missa evangelica et De veritate corporis et sanguinis Christi in Eucharistiae sacramento, escrito originariamente en alemán por el el cartujano Lorenzo Surio, y traducido al latín por el dominico Johann Faber (Juan Fabro). El otro es el tratado sobre la celebración de la Misa pro defunctis, de Antoine de Mouchy[125]. En la obra de Faber, encontramos una referencia al mismo texto de san Cirilo que señalábamos en la obra de Fisher, el cual citamos en el Tratado[126].
- De Juan Cochleo, el Speculum antiquae devotionis circa missam et omnem alium cultum Dei[127].
- De veritate corporis et sanguinis domini nostri Iesu Christi in eucharistiae sacramento, de Juan Costerio[128]. Esta es la otra obra en la que también hemos encontrado la cita de san Cirilo.
Por último, una obra que si bien no se puede considerar estrictamente de controversia antiprotestante, sí está dentro del ámbito de la apologética. Se trata de la defensa de la Inmaculada Concepción de María que escribió Luis de Carvajal
[129].
Autores espirituales
Pasamos ahora a las obras de espiritualidad contemporáneas de san Juan de Ávila.
Francisco de Osuna († 1540)
Entre las fuentes de la espiritualidad de san Juan de Ávila, merecen un lugar destacado los místicos del Recogimiento, sobre todo el franciscano Francisco de Osuna. Sus Abecedarios espirituales aparecen más de una vez mencionados por nuestro santo. Eso sí, dependiendo del contexto y los receptores a los que se dirige, recomienda o desaconseja unas obras u otras:
* En la carta 1[130], dirigida a un discípulo, le aconseja que haga leer a los laicos el Segundo y Quinto abecedarios[131], sobre la oración. En cambio, desaconseja que se permita leer el tercero[132] «comúnmente», porque «no conviene a todos».
- En la carta 5[133] le recomienda a un sacerdote, para su piedad personal, que medite la Pasión ayudándose del Primer abecedario[134].
- El Tercer abecedario vuelve a aparecer en recomendaciones a sacerdotes. Eso sí, conforme a lo que decía en la carta primera, cuando recomienda este libro lo hace con precisiones y advertencias. Así, en la carta 236 recomienda dos capítulos concretos[135], y el la plática 3ª lo presenta como instrumento que puede ayudar a la oración pero señala al mismo tiempo sus limitaciones y peligros[136].
Como se puede observar, todas estas recomendaciones y cautelas se refieren a la oración, y podrían aplicarse a cualquier estado de la vida cristiana. Esta es una característica de la mística del Recogimiento, como decíamos en su lugar. Ahora bien, cabe preguntarse: ¿Se tratan en estos libros temas específicamente sacerdotales? ¿Los recomienda o emplea san Juan de Ávila en este sentido, sobre todo en el Tratado?
La respuesta más bien se inclina por la negativa. Sólo hemos encontrado un lugar en los abecedarios de Osuna en que parece ocuparse de los temas característicos de la espiritualidad propiamente sacerdotal de la época. Se encuentra en el Segundo abecedario, más concretamente en el tratado cuarto, que se corresponde con la letra «D» y lleva como encabezamiento «Días y horas y tiempos señalarás con la missa». En general, el tratado habla sobre la adecuada preparación a la participación en la misa. Hay un epígrafe en el que trata «De la confesión y del memento que ha de tener el sacerdote»
[137], en el que se pueden observar, de manera general, semejanzas con lo que dice sobre el tema el Maestro Ávila, o casi cualquier otro autor de la época. Por esa razón, no hemos incluido los abecedarios de Osuna como fuente específica del Tratado.
Bernabé de Palma († 1532)
Otro de los grandes autores franciscanos de la Mística del Recogimiento es Bernabé de Palma. El Maestro Ávila menciona una obra suya en la plática 3ª, la
Via Spiritus[138], comparándola con el Tercer abecedario del que acabamos de hablar. Señala las diferencias en la aproximación a la oración tal y como aparece en ambos libros, y hace las advertencias oportunas contra el excesivo deseo de «bachillería» en la oración.
Francisco Tenorio († 1525)
También en el ámbito franciscano, se gestó la
Passio Duorum[139]. Este libro fue escrito por Francisco Tenorio, y corregido y publicado póstumamente por Luis escobar. Trata sobre la meditación de la Pasión de Cristo, tema que ocupa un lugar central en la espiritualidad de san Juan de Ávila. Lo recomienda en carta a un sacerdote
[140].
Johannes Trithemius († 1516)
También encontramos entre las recomendaciones del Maestro Ávila una obra del erudito abad benedictino Johannes Trithemius (Johann Heidenberg). Se trata de una colección de Sermones y exhortaciones a monjes, que el Maestro refiere escuetamente como «
Ad monachos»
[141]. La clase de doctrina que motiva su recomendación es del orden moral: para aprender «qué tales habíamos de ser» los sacerdotes.
Para terminar, decir que además de los nombres mencionados, recomienda que se den para leer a la gente «libros devotos, como los de Fr. Luis», refiriéndose a Fray Luis de Granada. Pero a este autor no hay que incluirlo entre las fuentes de san Juan de Ávila, sino entre sus discípulos.
Vidas de santos
En cuanto a escritos hagiográficos de autores de este periodo, no encontramos recomendaciones expresas, ni citas que nos señalen con certeza alguna obra en concreto. Solamente hay una parte del Tratado del sacerdocio, que nos sugiere traer a colación la siguiente obra:
Marcos de Lisboa († 1591)
En efecto, san Juan de Ávila hace referencia en el Tratado a una determinada anécdota o leyenda de la vida de san Francisco de Asís
[142]. Lo más probable es que el Maestro la hubiera recibido por tradición oral, en alguna predicación de un Fraile menor. Pero queremos traer a colación una crónica franciscana contemporánea, como testigo de que esa tradición estaba viva en tiempos de nuestro santo. Se trata de la obra de Fray Marcos de Lisboa
[143], que fue editada en varios lugares y fechas.
Obras específicas sobre el sacerdocio
Pasamos ahora a tratar un punto especialmente importante. Se trata del estudio de las obras de temática específicamente sacerdotal que escribieron los contemporáneos de san Juan de Ávila. Estas obras nos dan el contexto en el que nuestro santo escribió su Tratado del sacerdocio, podríamos decir que como una más de entre ellas.
Por supuesto, muchas de las obras que hemos tratado en epígrafes anteriores podrían también incluirse en este. Por ejemplo, las sumas de moral se dirigían principalmente a confesores. Pero hemos querido reservar para este punto las obras que tienen por objeto, de manera expresa y exclusiva, el sacerdocio y el ministerio sacerdotal, o algún aspecto determinado de éstos.
Josse Clichtove († 1543)
Nos ocupamos ahora de uno de los teólogos que encontramos ser más afines a san Juan de Ávila, en diferentes aspectos. Se trata del profesor de la universidad de París Josse Clichtove
[144]. Discípulos suyos lo alababan, con afirmaciones como la de que «ha sido el modelo que le ha enseñado a unir la cultura escolástica con la erudición patrística y el conocimiento de las lenguas»
[145]. Démonos cuenta de que esta descripción también podrían firmarla muchos discípulos del padre Ávila. Semejanzas como la común preocupación por la reforma del clero, el interés por una teología directa y fundada en las fuentes bíblicas y patrísticas, o por las corrientes humanistas del momento, hacen que Clichtove deba ser considerado como una fuente importante del pensamiento sacerdotal de nuestro santo.
De entre sus obras, hay una que nos interesa especialmente: el tratado Sobre la vida y las costumbres de los sacerdotes
[146]. San Juan de Ávila lo recomienda a un sacerdote discípulo suyo
[147]. Pero, sobre todo, fijándonos en el Tratado encontramos un gran número de coincidencias y paralelismos. En nuestra edición, la obra de Clichtove aparece referida en trece notas distintas
[148]. En todas ellas, por supuesto, no hay siempre el mismo grado de cercanía: en unos casos parece clara la conexión, en otros tal vez sea más difusa o indirecta. Pero, en cualquier caso, es la obra con la que más coincidencias hemos encontrado.
Al hablar de los Santos Padres, ya mencionábamos las citas que coinciden parcialmente en san Juan de Ávila y en Clichtove; cómo se podía observar un elemento de continuidad, junto con una aportación original de nuestro santo que no se encontraba en el profesor parisino
[149]. Algo parecido se puede decir de determinadas citas bíblicas, como la misma que sirve como punto de partida para el discurso del Tratado
[150].
Ahora, añadimos que también hay varios razonamientos teológicos paralelos entre ambas obras. Tal vez el más destacado sea la comparación entre el sacerdote y María, tema recurrente en los escritos de san Juan de Ávila, y que en el Tratado se encuentra en términos muy parecidos a los que usa Clichtove en su libro
[151].
Martín de Frías († 1528)
Como decíamos en su lugar
[152], Martín Sánchez de Frías era uno de los teólogos más destacados de la Universidad de Salamanca, durante los años que pasó allí san Juan de Ávila en su temprana juventud. Frías coincidió también en Salamanca con otro de los autores que nos van a aparecer en esta lista, Bernal Díaz de Luco
[153].
Desde luego, se trataba de un teólogo escolástico de pura cepa, que podría haber ocupado su lugar tres epígrafes más arriba en este trabajo. Pero hemos preferido incluirle aquí, porque la obra en la que nos centramos trata exclusivamente sobre el ministerio sacerdotal. Se trata de un libro al que se le puso por título sencillamente «Tratado utilísimo»
[154]. Resultaba ser una compilación de diversos escritos del autor, que tienen en común el cubrir diferentes aspectos de la vida y el ministerio del presbítero. Concretamente, en esta obra encontramos un tratado Sobre el modo y manera de oír confesiones, una lista de Cánones penitenciales, los Casos reservados al Papa, unos Rudimentos básicos de la cura de almas redactados brevemente, otro tratado sobre la Familiaridad con mujeres que debe ser evitada, y otro sobre El valor de la Misa. Todos ellos en latín. Al final, como un apéndice, hay un manual en romance sobre el Modo y orden para hacer la visita de la diócesis.
El Maestro Ávila cita expresamente el tratado sobre la familiaridad con mujeres
[155], destacando la abundancia de citas de los Santos Padres que ofrece Frías. Debemos pensar que conocía bien la obra, para citar con tanta precisión y detalle esta parte.
Juan Bernal Díaz de Luco († 1556)
El que fue obispo de Calahorra, Juan Bernal Díaz de Luco, también aparece mencionado por nuestro santo. Más específicamente, su obra en romance Aviso de curas
[156]. Se trata de un manual muy práctico sobre el ministerio sacerdotal, con una primera parte en la que habla del ministerio del sacerdote con cura de almas en general, y otra segunda parte añadida después en la que desciende a cuestiones muy específicas. Está orientado principalmente a párrocos.
Algunos autores han señalado las semejanzas entre Díaz de Luco y Martín de Frías
[157], y la han contrastado con la del Maestro Ávila. Caracterizan la doctrina de los primeros como más moralista y voluntarista, haciendo mucho hincapié en las lacras del clero y su necesidad de reforma. Por su parte, el segundo, cuando lamenta esas mismas lacras, mostraría más sensibilidad hacia las causas que la producen, como con una mayor simpatía hacia esos sacerdotes. Esta apreciación puede tener su punto de verdad, pero nos parece que se trata de un matiz secundario, más de forma que de fondo. En lo esencial, se encuentran bastantes semejanzas entre la doctrina de san Juan de Ávila y la de estos otros reformadores españoles. Hemos señalado algunas de esas semejanzas en nuestra edición del Tratado
[158].
Rodrigo Fernández de Santaella († 1509)
También queríamos señalar como una influencia muy probable de nuestro santo a Maese Rodrigo Fernández de Santaella, fundador del Colegio de Santa María de Jesús en Sevilla
[159]. Desde luego, la impronta que dejó en la ciudad hispalense, y sobre todo en el colegio que se convertiría en la Universidad de Sevilla, debió permear sobre nuestro santo. Descenciendo a aspectos más concretos, resaltamos una coincidencia que nos ha sorprendido. Se trata de la interpretación del Salmo 118,66 (
Bonitatem, et disciplinam, et scientiam doce me), aplicándolo a las virtudes sacerdotales. Hemos encontrado un paralelo en el prefacio que Santaella escribió a las constituciones del colegio clerical que fundó
[160], en un contexto y con unas intenciones similares a las de la plática de san Juan de Ávila. No se trata de una prueba apodíctica de que Santaella influyera sobre Ávila, pero creemos que es una semejanza que merece ser tenida en cuenta.
Pedro Sánchez Ciruelo († 1550)
Otra influencia que debemos tener en cuenta es la del Maestro Ciruelo, que dio clase a san Juan de Ávila durante sus estudios complutenses. Concretamente, traemos a colación aquí un libro en romance sobre el Arte de bien confesar, del que se hicieron varias ediciones
[161].
El autor del Speculum clericorum de San Ildefonso
Por último, queríamos mencionar una obra sobre el sacerdocio que se encontraba en la biblioteca de San Ildefonso, anónima, que lleva por título
Speculum clericorum[162]. Aunque ese nombre lo solemos asociar con el sermón de san Juan de Capistrano, publicado en 1580, del que hemos hablado más arriba
[163], esta es otra obra distinta, de otro autor. Tiene en común el ser uno de los libros sobre la dignidad sacerdotal y sus exigencias, de los que tantos se escribieron en aquel momento histórico.
Se trata de una pieza bastante rara, de la que al parecer se hizo una sola edición
[164]. Puestos a buscar semejanzas con los escritos de san Juan de Ávila, también en este libro se encuentra la misma cita del Salmo 188,66
[165] que hemos mencionado hablando de Rodrigo de Santaella.
Corrientes humanistas
Para finalizar, unas breves notas sobre la presencia de los humanistas contemporáneos en los escritos de teología y espiritualidad sacerdotal de san Juan de Ávila.
No encontramos menciones de ninguno de estos autores, salvas las referencias a Erasmo como exegeta. Sí podemos encontrar, en cambio, más de una ocasión en la que el Maestro hace uso de expresiones famosas de algún humanista. Esto muestra la familiaridad que nuestro santo doctor tenía con sus escritos.
En la carta 1, le vemos traer a colación de manera muy natural el dicho clásico
Dulce bellum inexpertis[166]. Esta frase se había hecho especialmente popular en aquel tiempo, como uno de los más sonados
adagia de Erasmo, que motivó un verdadero tratado sobre los horrores de la guerra nacido de la pluma del Roterodamo
[167].
También señalábamos, al hablar de las citas bíblicas en el Tratado, un lugar
[168] en el que el Maestro cita Rom 8,26 empleando unas palabras diversas de las de la Vulgata, pero que coinciden con las que emplean algunos humanistas españoles contemporáneos. Concretamente, Juan Luis Vives († 1540) en su tratado de oratoria
De ratione dicendi y en su escrito espiritual
De sudore Iesu Christi. Por su parte, Alfonso García Matamoros († 1572) cita también con las mismas palabras en su
De methodo concionandi, también un tratado de oratoria. El hecho de que el Maestro Ávila cite igual que ellos, nos parece un signo de su formación humanista y su cultura.
Asimismo, encontramos varias citas directas de los clásicos en los escritos de teología y espiritualidad sacerdotal que estudiamos. Acabamos de ver un ejemplo, con la cita de la carta 1. También en la carta 5 nombra una serie de autores clásicos (Platón y Cicerón), recomendando que se instruya en sus obras a los jóvenes
[169]. En el sermón 73, hay una cita de Terencio
[170]. Con todo esto, san Juan de Ávila muestra estar muy en sintonía con las corrientes humanistas de su tiempo.
- ↑
Por nuestra parte, las fuentes que hemos consultado para obtener los datos biográficos que presentamos son las siguientes: C. G. Hebermann et al., The Catholic Encyclopedia. (16 vols.) (New York 1913); M. Grabmann, Historia de la teología católica: desde fines de la era patrística hasta nuestros días. Basada en el compendio de M. J. Scheeben. Versión española por David Gutiérrez (2 vols.) (Madrid 1946); Pellicia, G. G., Bibliografía general de las obras relativas al sacerdocio, en: G. Cacciatore (ed.), Enciclopedia del sacerdocio, vol. IV (Madrid 1957) 218-339; Q. Aldea Vaquero – T. Marín Martinez – J. Vives Gatell, Diccionario de historia eclesiástica de España (5 vols. ) (Madrid 1972-1987); M. Viller – F. Cavallera – J. de Guibert, Dictionnaire de spiritualité. Ascétique et mystique. Doctrine et histoire (17 vols.) (Paris 1932-1995); P. G. Bietenholz – T. B. Deutscher, Contemporaries of Erasmus. A Biographical Register of the Renaissance and Reformation (3 vols.) (Toronto 2003).
- ↑
Por ejemplo, el opúsculo De officio sacerdotis de Sto. Tomás podría incluirse entre las obras específicas sobre el sacerdocio, pero lo colocamos aquí junto con sus otras obras.
- ↑
Cf. pláticas 3ª, 5ª y 6ª (NEC I 813, 824, 834, 853), carta 3 (NEC IV 25).
- ↑
Cf. Plática 5ª (NEC I 843).
- ↑
Cf. Plática 5ª (NEC I 842, 848).
- ↑
Cf. supra 619, 620.
- ↑
Cf. carta 233 (NEC IV 746).
- ↑
Por ese motivo, para las citas de la Summa en el Tratado no indicamos una edición concreta. A título informativo, señalar que encontramos unas «Opera Sancti Thome en tres cuerpos» en el inventario de la biblioteca de San Ildefonso de 1523 (cf. AHN UNIVERSIDADES.L.091 f. 10r), sin más especificaciones, que podría corresponderse con diferentes ediciones.
- ↑
Cf. Tratado (supra 619s, 625s), cartas 1 y 4 (NEC IV 12, 31).
- ↑
Un buen ejemplo de esto es una de las citas del Tratado antes aducidas, en la que señalamos cómo en la Catena aparece sólo una parte del texto que aduce nuestro santo (cf. supra 619s).
- ↑
Por ejemplo, Nicolás de Lyra usó con asiduidad la Catena para sus postillas morales sobre Mateo. Cf. Krey et al. Nicholas of Lyra: The Senses of Scripture 219.
- ↑
Tomás de Aquino Catena aurea. Cf. Ruiz García – Carvajal González La casa de Protesilao 360. También en el inventario de 1523: cf. AHN UNIVERSIDADES.L.091 f. 7r.
- ↑
S. Tomás de Aquino, Opuscula omnia diui Thomae Aquinatis. ... eiusdem diui Thomae Commentaria, in Cantica Canticorum, Iob, Ioannem, et Apocalypsim (Lugduni 1562) 487-492. (cf. ibid. 487-492). Se conserva un ejemplar en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense, signatura «BH DER 1135». En el inventario de 1523 encontramos un «Opuscula Thomae» (cf. AHN UNIVERSIDADES.L.091 f. 9r), que debía ser la otra compilación de opúsculos más antigua que se conserva también en la misma biblioteca (signatura «BH INC FL-36»). Pero esta edición, de 1488, no incluye el opúsculo que ahora nos ocupa.
- ↑
Cf. cartas 3 y 162 (NEC IV 25, 555).
- ↑
Cf. Carta 233 (NEC IV 745-746).
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Hay varias entradas en el inventario de la biblioteca de San Ildefonso que podrían corresponderse con esta obra. En AHN UNIVERSIDADES.L.1091 f. 10r, hay un «Liber Sancti Bone Venture», y un «Opera Bone Venture en cinco cuerpos».
- ↑
Es especialmente interesante un libro que se conserva en la Biblioteca Histórica UCM (signatura «BH INC I-40»), que contiene los opúsculos de San Buenaventura, con una numeración que coincide perfectamente con las recomendaciones de San Juan de Ávila. Los opúsculos llevan por título Speculum discipline libellum de minimis ad novitios, Viginti passus sive formula novitio – De informatione spiritualis vite ac virtute et perfectu religioso, De preparatione ad missam. Se encuentran en el vol. II, comenzando en f. 24v, 47r y 82v, respectivamente.
- ↑
Cf. supra 242.
- ↑
Carta 225 (NEC IV 725).
- ↑
Cierto es que un discípulo suyo, W. Steinbach, preparó un suplemento para la parte que faltaba. Pero ni siquiera éste llegó a publicarlo, sino que fue un discípulo a su vez suyo, Galo Müller, quien recopiló los escritos y los publicó póstumamente en 1521. Cf. G. Biel, Collectorium circa quattuor libros Sententiarum IV-2, editado por W. Werbeck y U. Hofmann (Tübingen 1977) XIV-XVI.
San Juan de Ávila debió tener acceso al suplemento, pues se empezó a incluir en las ediciones: por ejemplo, en el inventario de la biblioteca de Pedro Guerrero, encontramos una «Sentencia de Gabriel, con suplemento de quarto» (Martínez Ruiz «Dos cartas y catálogo...» 286). Pero, en vista del complicado proceso de su composición, parece que el texto no es una fuente del todo fiable para conocer el pensamiento original de Biel.
- ↑
Biel Sacri canonis misse tam mystica quam litteralis expositio.
- ↑
Si bien el libro no sigue el orden de las distinciones de Lombardo, las cita en más de una ocasión (cf. p. ej. Ibid. f. 8r, 9r).
- ↑
Cf. Ruiz García – Carvajal González La casa de Protesilao 136; Martínez Ruiz «Dos cartas y catálogo...» 286; AHN UNIVERSIDADES.L.1091 f. 9r.
- ↑
Cf. infra 568.
- ↑
Cf. Abad «Tratado del sacerdocio» 120.
- ↑
Cf. NEC I 909-910.
- ↑
Las señalamos en el lugar citado de nuestra edición del Tratado.
- ↑
Cf. Biel Sacri canonis misse tam mystica quam litteralis expositio f. 8r.
- ↑
Por ejemplo, cambia un cuius por un cui, o hay un par de lugares en los que omite una expresión.
- ↑
Cf. Ibid. f. 7v-9r.
- ↑
Cf. NEC IV 834, 838. Las citas de Escoto se corresponden con su Comentario a las Sentencias, del cual Ruiz García – Carvajal González La casa de Protesilao 398-399, han conseguido localizar un volumen de San Ildefonso que aún se encuentra en la biblioteca histórica de la UCM: J. Duns Escoto, Quaestiones in quartum librum Sententiarum, una cum textu Petri Lombardi (Parisiis 1497).
- ↑
G. de Rimini – P. de Genazano, Gregorius de Arimino in primo [-secundo] sententiarum nuperrime impressus, et quam diligentissime sue integritati restitutus. Per doctissimum sacre pagine professorem fratrem Petrum Garamanta (Parrhisiis 1503).
- ↑
T. Netter (Waldensis), Tomus primus Doctrinalis fidei ecclesiae catholicae contra Witcleuistas et Hussitas eorumque sectatores (Parisiis 1532); Idem (Waldensis), Reuerendi Patris Fratris Thomae Waldensis [...] Opus de sacramentalibus. In quo doctrinae antiquitatum fidei Ecclesiae catholicae, contra Witcleuistas et eorum asseclas Lutheranos aliosque haereticos continentur (Salmanticae 1556); Idem, Reuerendi Patris Fratris Thomae Waldensis [...] Opus de sacramentis. In quo doctrinae antiquitatum fidei Ecclesiae catholicae, contra Witcleuistas, Hussitas et eorum asseclas Lutheranos aliosque haereticos continentur (Salmanticae 1557).
- ↑
Kempis Contemptus mundi. En el título de la versión romanceada, se observa cómo se atribuye la obra a Gersón, algo común por aquel entonces. Elegimos esta traducción, que es la que recibió San Juan de Ávila. Él mismo la reformaría y publicaría la suya propia, que se puede hallar en la actual edición de sus obras completas (NEC II 877-1001).
- ↑
Cf. cartas 1 y 8 (NEC IV 12, 50-51).
- ↑
Cf. supra 565s.
- ↑
Cf. supra 585.
- ↑
Así lo expresa Esquerda Bifet Historia de la espiritualidad sacerdotal 124: «La corriente de la “devoción moderna” acentuó también la dignidad sacerdotal, como apartamiento del mundo y como santidad casi angélica. Pero todo lo que tiene y vive el sacerdote es para ejercer el oficio de mediador, especialmente por medio de la oración y de la celebración eucarística.»
- ↑
Sajonia Vita Jesu Christi.
- ↑
L. de Sajonia, Vita Christi Cartuxano (Sevilla 1530).
- ↑
Cf. carta 146, NEC IV 504. En este lugar, el Maestro hace referencia a «el Cartujano». Sala Balust aplica la expresión a Dionisio Ryckel, del que hablaremos más adelante, pero nosotros pensamos que está hablando de Ludolfo de Sajonia. En efecto, en otro lugar que cita a Ryckel le llama «Dionisio el Cartujano» (cf. carta 233, NEC IV 746). Por otra parte, también tenemos un lugar en el que dice sencillamente «el Cartujano», igual que en la carta 146, y allí sin duda se refiere al de Sajonia porque dice a continuación «que escribe sobre todos los evangelios» (Audi Filia c. 74, NEC I 694). Por consiguiente, para ser coherentes, hay que pensar que cuando dice «el Cartujano» a secas se refiere a Ludolfo de Sajonia, y es para distinguirlo que en el otro caso especifica el nombre, «Dionisio el Cartujano».
En otro lugar, recomendando también libros devotos, hace referencia a «los cartujanos» (NEC IV 12). Esquerda Bifet Diccionario de san Juan de Ávila 563 interpreta que se refiere a Ludolfo de Sajonia.
- ↑
Cf. supra 607.
- ↑
Cf. carta 5, NEC IV 38.
- ↑
El descubrimiento de que el Maestro se refería a esta primera parte de la obra de Herp lo hemos hallado en M. J. Mancho Duque, La espiritualidad española del siglo XVI. Aspectos literarios y lingüisticos (Samanca 1990) 221.
- ↑
H. Herp, Directorium aureum contemplativorum (Coloniae 1513).
- ↑
H. Herp, Espejo de perfección (Alcalá de Henares 1551).
- ↑
Cf. Andrés Martín Historia de la mística... 80-81.
- ↑
Plática 3ª, NEC I 821.
- ↑
Pseudo-Agustín et al. Libellus meditationum. Cf. supra 689.
- ↑
Carta 1, NEC IV 13.
- ↑
Según la nota al pie que encontramos en el lugar citado de la edición de la BAC, la obra en cuestión sería una compilación de varios fragmentos de escritos de este autor, reunidos bajo el título
Summa de vitiis et virtutibus. Pero el caso es que no hemos logrado encontrar ninguna edición contemporánea de San juan de Ávila de esta obra, acaso algún manuscrito como el que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia, con signatura «Latin 17495» (disponible en
http://archivesetmanuscrits.bnf.fr/ark:/12148/cc685961 — Accedido 21 junio 2018). En cambio, de la obra que nosotros citamos se hicieron un buen número de ediciones, de las que aún se conservan bastantes ejemplares, como los que mencionamos a continuación.
- ↑
Así lo hemos visto en varios catálogos de bibliotecas. Por ejemplo, el catálogo de incunables de la Universidad de Friburgo (cf. V. Sack – U. F. im Breisgau, Die Inkunabeln der Universitätsbibliothek und anderer öffentlicher Sammlungen in Freiburg im Breisgau und Umgebung (Wiesbaden 1985) 574).
- ↑
Cf. AHN UNIVERSIDADES.L.091 f. 9v, 10r.
- ↑
Con signaturas «BH INC FL-142» y «BH INC FL-167». La primera corresponde con G. Paraldus, Summa de virtutibus et vitiis (Basileae 1497). La segunda, es una edición del mismo año pero hecha en Venecia por Paganinus.
- ↑
Cf. carta 233, NEC IV 746.
- ↑
Ubertino de Casale, Arbor vitae crucifixae Iesu Christi (Venetiis 1485). El ejemplar consultado se encuentra en el fondo antiguo de la biblioteca de la Universidad de Sevilla («A 336/065»).
- ↑
En la edición de la BAC pone literalmente «35 in mysterio de Caena Domini». No le vemos sentido a esa cifra «35», pues los folios están sin numerar y los capítulos no coinciden con ese número. Probablemente se trate de un error de transcripción, pero habría que consultar en manuscrito para verificarlo.
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Cf. supra 608, 612.
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Cf. AHN UNIVERSIDADES.L.091 f. 9r.
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Cortés Guadarrama El «Flos sanctorum con sus ethimologías».
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Cf. supra 713.
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La mejor referencia que hemos encontrado es el proyecto de edición crítica digital a cargo de
Chris L. Nighman,
The Electronic Manipulus florum Project,
Wilfrid Laurier University, en
http://web.wlu.ca/history/cnighman/index.html (Accedido: 19 enero 2018).
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Cf. AHN UNIVERSIDADES.L.1091 f. 8v, Martínez Ruiz «Dos cartas y catálogo...» 331.
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Cf supra 572, 604, 617, 619.
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Tomás de Irlanda Manipulus florum.
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La edición incunable más antigua que hemos encontrado es Aurifaber Speculum exemplorum.
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Cf. AHN UNIVERSIDADES.L.1091 f. 10v.
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Cf. por ejemplo supra 628.
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En los escritos de teología y espiritualidad sacerdotal, además de varias recomendaciones de sus obras, encontramos alguna de estas citas (cf. cartas 179 y 236, NEC IV 594, 760). Hay más citas en los otros escritos (por ejemplo, las del Audi Filia, cf. NEC I 643, 651, 655).
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Cf. carta 233, NEC IV 745-746. La edición sería Gerson Secunda pars Joannis Gersonis. En ediciones anteriores, encontramos la misma numeración de los sermones, pero los folios no están numerados como indica el Maestro. Esta edición constaba de un total de cuatro tomos, lo que coincide con el registro que encontramos en la biblioteca de San Ildefonso, «Opera Gersonis en quatro cuerpos» (AHN UNIVERSIDADES.L.1091 f. 7v).
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Cf. ibid f. 211r-213v, 234r-236v. Fijémonos que con esto corregimos la nota al pie de la edición de la BAC, que atribuye la cita a otros sermones.
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Cf. NEC IV 594-595.
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Cf. Gerson Secunda pars Joannis Gersonis f. 180v-181v, 194v-196v.
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Cf. NEC IV 760.
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Cf. NEC IV 745-746. En cuanto a la edición, no tenemos datos que nos ayuden a precisar, pero escogemos esta que se conserva en la Biblioteca Histórica UCM, signatura «BH FLL Res.1152»: S. Lorenzo Justiniano, Opera diui Laurentii Justiniani venetiarum protopatriarchae (Brixiae 1506).
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NEC IV 745. Indicamos una edición, escogida casi al azar: P. de Blois – J. Merlin, Petri Blesensis ... Insignia opera in vnum volumen collecta et emendata. Authore J.[acobo] M.[erlino] (Parisiis 1519). En dicha edición, son un total de cinco sermones, y ocupan los folios 36-40 de la segunda parte. En la Patrología Latina de Migne, hay un total de siete (ML 207,721-741). Como curiosidad, comentar que en ambas ediciones los sermones a sacerdotes están junto a un sermón dirigido a monjas, titulado Audi filia, basado en el mismo verso bíblico que el tratado espiritual de nuestro santo.
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Cf. carta 233, NEC IV 746. Indica el tomo II de los opúsculos, y el título literal que indica es «De regimine et vita curam animarum habentium». Lo cierto es que no hemos encontrado ninguna edición de los opúsculos que contenga esta obra en el tomo II. Sí hay, en cambio, una de 1532, que debió hacerse bastante popular a juzgar por el gran número de ejemplares que se conservan en bibliotecas españolas (como los de las bibliotecas históricas de las universidades Complutense, «BH FLL 6355», y de Granada, «BHR/A-014-110»). En dicha edición, el opúsculo se encuentra en el tomo I: Dionisio el Cartujano, D. Dionysii Carthusiani Operum minorum tomus primus (Coloniae 1532) f. 470v-513r. Puesto que no hemos encontrado otra edición de los opúsculos que pueda coincidir con lo indicado en la carta 233 tal y como la tenemos hoy, pensamos que puede tratarse de un error.
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La obra de referencia es la tesis doctoral de Reiter The «Stella Clericorum» and its readers. El mismo autor publicó más tarde una traducción al inglés con estudio introductorio: Anónimo medieval, Stella clericorum, editado por E. H. Reiter (Toronto 1997).
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Cf. supra 162.
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En la nota 12 de nuestra edición del Tratado (cf. supra 568), se puede verificar una de las diferencias textuales entre la edición que manejamos nosotros y el manuscrito que edita Reiter en la obra citada.
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Anónimo medieval Stella clericorum. Sobre su presencia en San Ildefonso, cf. Ruiz García – Carvajal González La casa de Protesilao 426.
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Cf. supra 565, 568, 617, 619, 620. Puesto que hemos encontrado variantes textuales entre el incunable y el manuscrito editado por Reiter, citamos ambas fuentes en las notas del Tratado, señalando las diferencias cuando proceda.
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O Rocherii, Roquerio, Roterio, etc.. La grafía del nombre varía mucho.
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Traducción al inglés con estudio introductorio en Guido de Monte Rochen – Thayer – Lualdi Handbook for Curates.
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De hecho, fue un poco antes cuando empezó a desaparecer, pues debido a motivos que no están muy claros fue incluida en el Índice de Valdés de 1559. Cf. R. García-Villoslada, Historia de la Iglesia en España III/2. La Iglesia en la España de los siglos XV y XVI (Madrid 1980) 706, 713; Andrés Martín La teología... II 720.
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Guido de Monte Rocherii, Manipulus curatorum (Barcinone 1479). El ejemplar de la BHUCM lleva la signatura «BH INC FL-102(1)». Sobre su presencia en San Ildefonso, cf. AHN UNIVERSIDADES.L.1091 f. 8v.
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Guido de Monte Rocherii Manipulus curatorum.
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Cf. supra 640.
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Juan de Capistrano Speculum clericorum.
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Sobre este colegio, y su biblioteca, cf. supra 226. Baste recordar que el inventario de libros está en AHN UNIVERSIDADES,L.1092 f. 155r-163r.
En la lista de San Ildefonso encontramos un Speculum Clericorum, pero no es el de San Juan de Capistrano sino otra obra que lleva ese título, de la que hablaremos más adelante. Así lo afirman Ruiz García – Carvajal González La casa de Protesilao 425, y estamos completamente de acuerdo con ellas. El bajísimo precio hace imposible que se tratase de un manuscrito, y menos uno tan raro como la obra de Capistrano. Además, habría que probar que por aquél tiempo ya fuese conocido el sermón bajo ese título.
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Cf. supra 567.
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Cf. Juan de Capistrano Speculum clericorum f. 10v.
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Cf. supra 565, 568. Sobre la importancia de estos pasajes, y su presencia en obras posteriores, cf. Reiter The «Stella Clericorum» and its readers 209; Laurentin Maria, Ecclesia, sacerdotium 43.
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Cf. supra 494.
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T. de V. Cayetano, Summula peccatorum (Coloniae 1526). Cf. NEC IV 725. Acertadamente señala Andrés Martín La teología... II 393 que la expresión «Suma Cayetana» no se refiere comentario a la Summa Theologiae, sino a esta otra obra de la que hablamos ahora. La editio princeps fue en Roma 1525, pero no hemos encontrado copia digital.
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Cf. NEC I 835, 845.
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T. de V. Cayetano – P. Novimagio, In secundam secunde [...] Commentaria. Correcta [...] ab [...] Petro de Novimagio ord. praed. (Parisiis 1519).
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Cf. NEC IV 861.
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Cf. Juan de Ávila Nueva edición de las obras del Beato Juan de Ávila, Apóstol de Andalucía II 557.
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La cita no aparece en la última edición de la BAC, pero sí en la primera de Sala Balust: cf. Juan de Ávila Obras completas del B. Mtro. Juan de Ávila. Edición crítica II 1362. La obra en cuestión es D. de Soto, De iustitia et iure libri decem (Salmanticae 1553).
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S. Mazzolini (Prierias), Summa Summarum. Que Sylvestrina dicitur (Bononiae 1515).
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Cf. Plática 5ª, NEC I 838.
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Cf. carta 146, NEC IV 504.
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F. Titelmans, Summa de los mysterios de la fe Christiana (Salamanca 1555).
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Cf. supra 260ss.
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Hay una relación de sus obras en Góngora Historia del Colegio Mayor de Santo Tomás de Sevilla II 58-59.
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D. de Valtanás, Summa confessorum (Hispali 1526).
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Cf. supra 231ss, García-Villoslada «Un teólogo olvidado: Juan Mair» 96-97.
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J. Mair, Quartus sententiarum Iohannis Maioris (Parrhysiis —París— 1509). En AHN UNIVERSIDADES.L.1091 aparece un «Joanes Mayor super sententias en tres cuerpos». También había un ejemplar, en esta ocasión con los cuatro tomos encuadernados en dos cuerpos, en la biblioteca de Pedro Guerrero (cf. Martínez Ruiz «Dos cartas y catálogo...» 287).
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M. Cano, De locis theologicis (Salmanticae 1563).
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Concretamente, en los memoriales (cf. NEC II 691).
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Juan Fisher De veritate Corporis et Sanguinis Christi in Eucharistia libri quinque adversus Joh. Oecolampadium.
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Cf. supra 570, 687.
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Como, por ejemplo, en el sermón 33, (cf. NEC III 412) en un pasaje que parece dirigido a clérigos, y habla sobre la justificación por la fe. O la Plática 9ª (cf. NEC III 863-866), toda ella apologética, orientada sobre todo a defender la indefectibilidad de la verdadera Iglesia.
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Cf. Sánchez Herrador – Manchón Gómez La biblioteca de Juan de Avila en Montilla 444-453.
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S. Hosius, Confutatio prolegomenon brentii, quae primum scripsit aduersus ... Petrum a Soto, deinde vero Petrus Paulus Vergerius apud Polonos temere defenda suscepit (Parisiis 1560).
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J. Latomus, Iacobi Latomi Sacrae Theologiae Apvd Lovanienses Professoris Celeberrimi Opera, Qvae Praecipve Adversus horum temporum haereses eruditissimè, ac singulari iudicio conscripsit ab innumeris vitiis, quibus scatebant, diligenter repurgata. ¬Quibus ¬accesserun (Lovaina 1550).
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A. Pighius, Controversiarum praecipuarum in comitiis Ratisponensibus tractatarum et quibus nunc potissimum exagitatur Christi fides et religio, diligens et luculenta explicatio (Coloniae 1545).
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Idem, Hierarchiae ecclesiasticae assertio (Coloniae 1544).
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Idem, De Libero hominis arbitrio et divina gracia libri decem, nunc primum in lucem editi. Singulorum argumenta librorum, per singula capita, post epistolam prealiminarem explicata inuenies. Cum indice locupletissimo. (Coloniae 1542).
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W. Lindanus – F. Staphylus, Tabulae grassantium passim haereseon [...]. Quibus subtexitur Sectae Lutheranae trimembris Epitome (Parisiis 1561)
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A. de Córdoba, Tractatus, qui Arma fidei praenotatur (Compluti 1562).
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E. Gardiner, Stephani Winton Confutatio cavillationum, quibus sacrosanctum eucharistiae sacramentum ab impiis Capharnaitis impeti solet (Lovanii 1554).
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G. Witzel, De Eucharistia sacrosanctissima ecclesiae Christi Iesu (Coloniae 1549).
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Faber – Surius – Mouchy De missa evangelica, et de veritate corporis et sanguinis Christi in eucharistiae sacramento.
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Cf. supra 570.
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J. Cochlaeus, Speculum antiquae Devotionis circa missam (Moguntiae 1549).
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Costerius De Veritate Corporis Et Sanguinis Domini Nostri Iesu Christi in Eucharistiæ Sacramento.
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L. de Carvajal, Declamatio expostulatoria pro immaculata conceptione genitricis Dei Mariae, a fratre Lodovico Carvaialo ... aedita ... (Parisiis 1541). Recordemos que este autor nos ha aparecido en nuestro recorrido histórico, como uno de los destacados opositores de Erasmo (cf. supra 179).
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Cf. NEC IV 12.
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F. de Osuna, Segunda parte del libro llamado Abecedario spiritual (Sevilla 1530); F. de Osuna, Quinta parte del abecedario espiritual (Burgos 1542).
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Idem, Tercera parte del libro llamado Abecedario espiritual (Sevilla 1527).
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Cf. NEC IV 38.
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F. de Osuna, Primera parte del libro llamado Abecedario spiritual (Sevilla 1528).
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Cf. NEC IV 756. El Maestro se detiene a explicar cómo está organizado el libro, y que cada capítulo se corresponde con una letra del alfabeto.
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Cf. NEC I 817.
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Cf. F. de Osuna, Segundo Abecedario Espiritual, editado por J. J. Morcillo Pérez (Madrid 2004) 89-97.
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B. de Palma, Libro llamado Via spiritus o de la perfeccion spiritual del anima (Salamanca 1541). Conoció una primera edición reducida en Sevilla 1532, el mismo año de la muerte del autor.
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F. Tenorio – L. Escobar, Tratado de devotíssimas y muy lastimosas contemplaciones de la Passión del hijo de Dios e compasión de la Virgen Sancta María su madre, por esta razón llamado Passio duorum (Valladolid 1526).
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Cf. carta 5, NEC IV 38.
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J. Trithemius, Sermones et Exhortationes ad monachos (Argentine —Estrasburgo— 1516). San Juan de Ávila da algunas indicaciones bibliográficas: «andan inter Opera temporis, de las nuevas». Es difícil saber a qué se refiere. Esta es la única edición contemporánea que hemos encontrado, de la que por cierto hay varias copias accesibles digitalmente. Ouesto que se trata de una colección de sermones, que además vienen divididos por el editor en «sermones» y «homilías», parece apropiado decir de ellas que están entre las obras del tiempo [litúrgico]. Cf. carta 233, NEC IV 745.
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Cf. supra 613.
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Concretamente, la que nosotros citamos es Lisboa – Navarro – Angulo Primera parte de las Cronicas de la Orden de los Frayles Menores....
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La obra de referencia sobre este autor, sobre todo en los aspectos que más nos interesan, es J.-P. Massaut, Josse Clichtove, l’humanisme et la réforme du clergé (Paris 1968).
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Bataillon Erasmo y España I 371. El discípulo en cuestión es Luis de Carvajal O.F.M., y dice de Clichtove que fácilmente puede ser considerado el más importante [teólogo] de la escuela parisiense («Parisiensis scholae facile princeps»).
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Clichtove De vita et moribus sacerdotum.
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Cf. carta 233, NEC IV 747.
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Cf. supra 564, 567, 568, 573, 576, 577, 585, 589, 597, 598, 601, 619, 621.
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Cf. supra 700ss.
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Cf. supra 573.
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Cf. supra 567; Clichtove De vita et moribus sacerdotum f. 14r.
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Cf. supra 214.
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Cf. Beltrán de Heredia Cartulario de la Universidad de Salamanca (1218-1600) III 294.
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M. S. de Frías, Tractatus perutilis (Salmanticae 21550). Hay también otra edición anterior, de 1528.
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Cf. NEC IV 746. La parte a la que se refiere el Maestro empieza en Ibid. f. 75v, sobre todo los folios 80-81. Trata el mismo tema, aunque sin citar a Frías, en la carta 4 (NEC IV 31).
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Díaz de Luco Aviso de curas. Lo cita en la carta 233, NEC IV 747.
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Cf. Homza Religious authority in the Spanish Renaissance 122ss.
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Cf. supra 633, 635.
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Hemos hablado de él en nuestro recorrido histórico. Cf. supra 264ss.
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Fernández de Santaella Constitutiones Collegii... f. 4v.
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P. S. Ciruelo, Confessionario [...]. Es arte de bien confessar, muy provechosa al confessor y al penitente (Medina del Campo 1544).
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Anónimo cartujo Speculum Clericorum. Sobre su presencia en San Ildefonso, cf. Ruiz García – Carvajal González La casa de Protesilao 425. Obsérvese que aquí las autoras atribuyen equivocadamente el libro a San Bernardo, siguiendo la catalogación de la Biblioteca de la Universidad de Barcelona (signatura «07 CM-1635»).
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Cf. supra 740 n. 89.
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Puede encontrarse un ejemplar digitalizado, tomado de la sección de libros raros de la Biblioteca Nacional de Francia (signatura «D-52646»), cuya digitalización nosotros mismos costeamos. En nuestra bibliografía del final se puede ver el enlace a la obra digitalizada.
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Cf. Anónimo cartujo Speculum Clericorum 47.
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Cf. NEC I 7.
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Erasmo de Rotterdam, Dulce bellum inexpertis (Moguntiae 1521).
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Cf. la tabla con estudio crítico de las notas bíblicas en supra 673.
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Cf. NEC I 37.
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Cf. NEC III 995.